Contrastes Chinos

Shanghai

Es casi imposible captar la esencia de un lugar nuevo en apenas unos pocos días, pero, desde luego, unos días en China te enseñan más que cuarenta mil vídeos o películas sobre aquellos lares. Si los usamericanos y los españoles somos diferentes… lo de los chinos es otro rollo. Simplemente deben tener la cabeza amueblada de otra forma, y no lo digo en broma: dicen que los niños chinos son de los que más tardan en hablar, por la complejidad del idioma. Entre otros aspectos, el chino tiene 5 «tonos», y según se pronuncie una sílaba de una manera o de otra, puede significar cosas muy dispares.

Al quinto día en Shanghai no me sorprendía ya el escuchar a gente continuamente escupiendo en la calle. Algo debe obstruirles la garganta a los chinos del sexo masculino, de tal manera que se ven obligados a proferir esputos  a diestro y siniestro y sin ninguna contemplación.

Un chino nunca te dirá «no», porque es algo demasiado rotundo y para ellos, ofensivo. Te dirá a todo que sí, y luego hará lo que le de la gana. Si en España las colas de gente (para el metro, para entrar a cualquier sitio) se suelen convertir en mogollones informes que van avanzando mediante presión, en China van un paso más allá: Se te colará todo el mundo en un abrir y cerrar de ojos. En todas partes. Te quitarán el taxi si no espabilas. And so on. Es divertido luchar con una abuela de metro y medio por un taxi y que acabe ganando, pero luego cuando te tiras otros 15 minutos esperando que pase uno, ya no hace tanta gracia.

2013-03-29-China-924A veces todo te parece bastante occidentalizado, como mirando el skyline de alguna de las grandes ciudades (arriba el de Shanghai), pero en cuanto vuelves a presenciar alguna chinorrada, aterrizas de nuevo en el mundo real.

Me he reído mil veces pensando qué harían mi madre o mi abuela en muchos de los sitios en los que he estado comiendo. Si saldrían directamente despedidas hacia el aeropuerto más cercano, pasando antes por Mc Donalds, o si serían capaces de hacer tripas corazón e intentar tomarse una sopa servida en semejante cacharro.

2013-03-31-China-1083No pude ni acabarme la mitad de semejante alimento (llevaba carne y pescado, además de unos noodles transparentes, y sabía a rayos), pero menos mal que los dumplins (una especie de empanadillas que pueden ser cocidas o fritas, rellenas de carne o verdura) que pedimos en esa ocasión me salvaron la comida.

Nada tan interesante como pedir lo que en la carta aparecía como «Chicken», y recibir una especie de rollos, que eran en realidad piel de pollo enrollada.

rollos_polloGastronómicamente, desde luego, no me han ganado. Si me ganan los chinos es más bien por otras cosas. Los paisajes y la arquitectura tradicional me gustaron mucho. Me hubiera tirado horas haciendo fotos en el Lago del Oeste de Hangzhou o en los jardines Yuan de Shanghai, pero una no siempre puede tirarse las horas muertas cuando va con más gente. Aún así, pude captar bastantes instantáneas.

Templo West Lake

Templo Yuan Gardens

La vida de los compañeros del trabajo que tenemos en China, a los cuales fui a visitar y me acogieron en este viaje, es muy diferente a los que vivimos en el mundo «occidental». No pueden integrarse apenas con la gente, porque aún los que saben algo más de chino me contaban que la barrera cultural es tan grande, que es complicado aspirar a hacer amigos chinos. Así que se conforman con otros expatriados, ya sea españoles o de otros lugares.

Los que triunfan sin remedio son los tíos con ganas de marcha; las chinas entre 18 y 30 años están deseando pillar a un occidental como sea, así que los chicos occidentales, salvo que sean Marianico el Corto (y aún así), se hartan de ligar con chinas. Incluso aunque, a priori, no se sientan atraídos por ellas. Llaman la fiebre amarilla al hecho de que pasa un tiempo y ya les hace gracia alguna china, y cuando pasa más, les gustan todas. No pasa lo mismo con las chicas -al menos con las que he conocido allí-. Los chinos no les gustan nada, y ellos tampoco están muy por la labor de pegar la hebra con una occidental.

La presión social por casarse y formar una familia es mayor que la que tenemos en occidente, y eso se refleja claramente en el mercado de solteros de People’s Square (Shanghai). Los padres de gente soltera se dirigen a este mercado, que, a modo de meetic analógico, muestra fichas de solteros potenciales con su nombre, edad, peso, sueldo, etc., y son los padres los que cogen contactos potenciales para sus retoños.

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En fin, muchos, muchos contrastes y diferencias… normal, están al otro lado del mundo!

¿Quién me hubiera dicho que iría a China hace un año? Desde luego, la vida es una locura…

More to come 😉

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