Como casi todo el mundo, me agobio y me quejo cuando tengo mucho que hacer… Pero cuando tengo poco que hacer, es aún peor! La búsqueda de empleo no lleva ocho horas al día (ni es eficiente tampoco), así que realmente puedo aprovechar el tiempo que tengo para hacer también cosas que me gustan y que no puedo hacer cuando estoy trabajando al 100%. Cuidarme más, y relajarme sin agobios ya que tengo bastante tiempo para retomar el tren del trabajo.
Mis prioridades son:
- Francés: Empiezo la semana que viene otro curso, y he conseguido un par de personas para tándem (español/francés o inglés/francés).
- Deporte: Me he reapuntado a la piscina del barrio, y poco a poco voy retomándolo a pesar de que el tiempo no invite mucho a ir a remojarse (pero es que aún menos invita a correr o estar al aire libre, glups)
- Comida equilibrada y probar cosas nuevas: Empecé la dieta que sigo con relativo éxito (salvo un día en que me dio un ataque de pan y otro en que sufrí la llamada de las galletas de dinosaurios de la alacena*, me estoy portando bastante bien). He aprendido a hacer sushi con este tutorial de mi amada isasaweis (me cae genial esta chica), y además de ser muy entretenido, no es complicado! (y me ahorro lo caro que es el sushi en cualquier supermercado o restaurante, cómo se pasan).
- Hacer actividades nuevas/conocer más gente: Es hora de salir de la zona de confort (por quincuagésima vez) y apuntarme a nuevas actividades o grupos que me interesen. El otro día fui a un evento de idiomas de glocals.com y estuvo entretenido, la verdad. Para mí es importante, primero porque es sano y me siento realmente mucho mejor después de estar un rato con gente y charlar, y luego para no darle tanto la brasa a Maromo, que se ha buscado sus aficiones aquí sorprendentemente bien, y yo debo hacer lo propio para que cada uno tengamos nuestros intereses.
- Planear viajes: Antes de que sean muy caros o ya no tenga tiempo para hacerlos. Me gustaría enseñar Berlín a Maromo (además allí tengo casa de una amiga) o ir a Holanda, que me llama mucho. A casa no pienso volver hasta que mi madre termine la reforma de mi habitación y la cocina.
En otro orden de cosas, al cambiar mi permiso de conducir español por el suizo, tuve que ir a una revisión de la vista en una óptica. Era algo que yo entendía rutinario, y que no me preocupaba porque siempre he visto muy bien -y el oculista me lo decía-. El problema empezó cuando el señor de la óptica me tapó un ojo y me dijo, «¿Dónde está el punto?» a lo que contesté «¿Qué punto?». Juro por el Matterhorn que no veía un carallo, y es que resulta que tengo miopía en el ojo derecho (no mucho, y globalmente veo bien gracias a mi ojo izquierdo, que sigue siendo súper-ojo), pero me indicó este buen señor que lo suyo era hacerse un chequeo y ponerme gafas… Así que tras aguantar los años de carrera frente al Autocad viendo como los demás empezaban con gafas y yo no… me ha llegado la hora. Mañana voy al oculista (En Francia of course, cualquiera paga un oftalmólogo suizo), y habrá que escoger mi look gafil.
Se despide cuatro ojos! XD
*Estas son las galletas de dinosaurios que mi madre metió de contrabando en el coche al salir de España. Son adictivas!